Comentario
De la provincia de Carrapa y de lo que hay que decir della
La provincia de Carrapa está doce leguas de la ciudad de Cartago, asentada en unas sierras muy ásperas, rasas, sin haber en ellas montaña más de la cordillera de los Andes, que pasa por encima. Las casas son pequeñas y muy bajas, hechas de cayas, y la cobertura, de unos cohollos de otras cañas menudas y delgadas, de las cuales hay muchas en aquellas partes. Las casas o aposentos de los señores, algunos son bien grandes y otros no. Había, cuando la primera vez entramos cristianos españoles en esta provincia de Carrapa, cinco principales. Al mayor y mas grande llamaban Irrúa, el cual, los años pasados, se había entrado en ella por fuerza, y como hombre poderoso y tirano, la mandaba casi toda. Entre las sierras hay algunos vallecetes y llanos muy poblados y llenos de ríos y arroyos y muchas fuentes; el agua no tan delgada ni sabrosa como la de los ríos y fuentes que se han pasado. Los hombres son muy crecidos de cuerpo, los rostros largos, y las mujeres lo mismo, y robustas. Son riquísimos de oro, porque tenían grandes piezas dél muy finas, y muy lindos vasos, con que bebían el vino que ellos hacen del maíz106, tan recio que bebiendo mucho priva el sentido a los que lo beben. Son tan viciosos en beber, que se bebe un indio, de una asentada, una arroba y más, no de un golpe, sino de muchas veces. Y teniendo el vientre lleno deste brevaje, provocan a vómito y lanzan lo que quieren, y muchos tienen con la una mano la vasija con que están bebiendo y con la otra el miembro con que orinan. No son muy grandes comedores, y esto del beber es vicio envejescido en costumbre, que generalmente tienen todos los indios que hasta agora se han descubierto en estas Indias. Si los señores mueren sin hijos manda su principal mujer, y aquélla muerta, hereda el señorío el sobrino del muerto, con que ha de ser hijo de su hermana, si la tiene, y son de lenguaje por sí107. No tienen templo ni casa de adoración; el demonio habla también con algunos destos indios, como con los demás.
Dentro de sus casas entierran, después de muertos, a sus difuntos, en grandes bóvedas que para ello hacen; con los cuales meten mujeres vivas y otras muchas cosas de las preciadas que ellos tienen, como hacen sus comarcanos.
Cuando alguno destos indios se siente enfermo hace grandes sacrificios por su salud, como lo aprendieron de sus pasados, todo dedicado al maldito demonio, el cual (por quererlo Dios permitir) les hace entender las cosas todas ser en su mano y ser el superior de todo. No porque (como dije) estas gentes ignoren que hay un solo Dios hacedor del mundo, porque esta dignidad no permite el poderoso Dios que el demonio pueda atribuir a sí lo que le es tan ajeno; mas esto créenlo mal y con grandes abusos; aunque yo alcancé dellos mismos que a tiempos están mal con el demonio, que lo aborrescen, conosciendo sus mentiras y falsedades; mas, como por sus pecados los tenga tan subjetos a su voluntad, no dejaban de estar en las presiones de su engaño, ciegos en su ceguedad, como los gentiles y otras gentes de más saber y entendimiento que ellos, hasta que la luz de la palabra del sacro Evangelio entre en los corazones dellos; y los cristianos que en estas Indias anduvieron procuren siempre de aprovechar con doctrina a estas gentes, porque haciéndolo de otra manera no sé cómo les irá cuando los indios y ellos parezcan en el juicio universal ante el acatamiento divino. Los señores principales se casan con sus sobrinas y algunos con sus hermanas, y tienen muchas mujeres. Los indios que matan también los comen, como los demás. Cuando van a la guerra llevan todos muy ricas piezas de oro, y en sus cabezas grandes coronas, y en las muñecas gruesos brazales, todo de oro; llevan delante de sí grandes banderas muy preciadas. Yo vi una que dieron en presente al capitán Jorge Robledo, la primera vez que entramos con él en su provincia, que pesó tres mil y tantos pesos108, y un vaso de oro también le dieron, que valió doscientos y noventa, y otras dos cargas deste metal en joyas de muchas maneras. La bandera era una manta larga y angosta puesta en una vara, llena de unas piezas de oro pequeñas, a manera de estrellas, y otras con talle redondo. En esta provincia hay también muchos frutales y algunos venados y guardaquinajes109 y otras cazas, y otros muchos mantenimientos y raíces campestres gustosas para comer. Salidos della, pasamos a la provincia de Quimbaya, donde está asentada la ciudad de Cartago. Hay de la villa de Arma a ella veinte y dos leguas. Entre esta provincia de Carrapa y la de Quimbaya está un valle muy grande, despoblado, de donde era señor este tirano que he dicho llamado Irrúa, que mandaba en Carrapa. Fue muy grande la guerra que sus sucesores y él tuvieron con los naturales de Quimbaya, por los cuales hubieron al fin de dejar su patria, y con las mañas que tuvo se entró en esta provincia de Carrapa. Hay fama que tiene grandes sepulturas de señores que están enterrados en él.